Maligno
Sulfúrico, metamorfósico tu divino cuerpo;
me enredaban tus celulas lujuriosas,
tus tentáculos que me amarraban a ti,
tu lengua que se retorcía entre mis cavidades,
todo tu libidinoso embrujo sobre mí.
Brillantes, encendidos tus ojos me observaban,
veían a través mis debilidades y mis traumas,
encontrabas mis miedos y los estrujabas,
te adentrabas en mis oscuridades psicológicas,
me manejabas con tus hilos subliminales.
Rastrero, inmundo tu delicioso fruto
deboraba mi boca inocente y ansiosa,
tus fluídos infernales quemaban mis entrañas
condenaba cada gota mi cuerpo putrefacto,
me poseías y me entregaba por completo.
Incandescentes, jugosos tu labios venenosos
incendiaban los mios con tu fuego maldecido,
tu sabor a manzana y a sal que me desconcertaba:
Sabor de noche, de lujuria, de perdición impregnado en mí,
me dejaste esputado en tu sucia miel y te alejaste.
Helénico, luminoso, realización de mis sueños,
te ordeno que salgas de mi cuerpo,
regresa a tu Hades, a tu inframundo y tu decadencia,
te exorciso de mi memoria y de mis sentimientos,
hermoso, esbelto, radiante, bello, maligno.